Conforme a los postulados iniciales de la Economía clásica los subsidios económicos son aberraciones o disturbios creados cuando los gobiernos intervienen en forma activa para ayudar a una determinada industria o sector económico y con ello alteran las condiciones del Mercado. En los modelos clásicos (esto es en el etéreo mundo conceptual o teórico) la función del gobierno se limita a crear las condiciones para que las fuerzas del mercado actúen libremente conforme a los requerimientos de la libre oferta y la libre demanda. Es obligación del gobierno remover todos aquellos obstáculos que de una forma u otra previenen, alteran o distorsionan las fuerzas del mercado. En esa actitud pasiva de los gobiernos ante las fuerzas económicas, conforme sigue el credo de “laissez farer, laissez passer”, es la “mano invisible” que menciona Adam Smith la que se encarga de alocar y distribuir tanto los recursos económicos como los resultados del proceso económico. O el equilibrio entre las distintas fuerzas, según los que escribieron mas adelante. Los dueños de la tierra quedan con la renta generada conforme a la producción, a la ley de los rendimientos decrecientes, etc.; los capitalistas con los intereses y las utilidades generadas por sus inversiones conforme al riesgo y al costo de oportunidades, etc., y los trabajadores con sus salarios conforme a la demanda laboral, productividad, etc.
Este simple modelo económico por supuesto sufre las modificaciones que trae el tiempo con su flujo de innovaciones y nuevos aproches. La industrialización trajo consigo sus cambios, así como lo hizo el mejoramiento de la navegación y de otros medios de intercambio económico.
Factores foráneos al proceso productivo y cambios en el aspecto social, como la emergencia del socialismo y el nacionalismo también afectaron la sencillez de nuestro modelo clásico inicial.
En el cambiante mundo de nuestros días, el moderno modelo económico que hoy llamamos neo-clásico, neo-liberal o simplemente “free market” ya no necesariamente excluye las distintas formas de subsidio que alteran o afectan las fuerzas del mercado.
Muchos países industrializados consideran a sus respectivas agriculturas y ganaderías como elementos estratégicamente importantes en sus sistemas de “seguridad nacional”. La disponibilidad de alimentos suficientes para la población no puede y no debe estar supeditada a las fluctuaciones del mercado internacional, especialmente en casos de guerras u otro tipo de emergencias. Es responsabilidad de los gobiernos establecer los mecanismos que garanticen la estabilidad de la disponibilidad de alimentos para la población e insumos para las industrias. Y si la única forma de garantizar una constante cantidad de la oferta es a través de subsidiar los precios, eso es precisamente lo que harán estos gobiernos. Consideraciones de otro tipo, tales como la necesidad de mantener los niveles de precio, de ocupación, o la disminución de la pobreza en ciertas áreas o regiones también fundamentan las razones existenciales de los subsidios. Algunos de estos gobiernos tienen también otras formas de procurar o asegurar los recursos naturales que les son necesarios para su consumo o industrias, pero son diferentes a los subsidios (Tratados de Materiales Estratégicos, guerras de anexión, ocupación, corrupción de otros gobiernos, coerción, etc.), pero por ser ellos de naturaleza ajena al tema que queremos abordar en este ensayo, no nos referiremos a ellas en profundidad ahora.
Otra forma de subsidio es la que normalmente se presenta como contratos de defensa. La industria aeronáutica ofrece unos claros ejemplos de cómo funciona el subsidio estatal a favor de una industria: El gobierno contrata la construcción de un avión para transporte de tropas militares. Una o varias firmas son favorecidas con los contratos multimillonarios para la construcción de uno o varios prototipos y ponerlos a prueba. Sobrecostos por cambios tanto en el desarrollo técnico del proyecto tanto como en las fechas topes son fácilmente absorbidos por los ilimitados recursos de las arcas públicas, siempre atendiendo a la importancia de la defensa o seguridad nacional. Esta habilidad de disponer con recursos ilimitados no siempre esta presente en las industrias privadas. Es por eso que es difícil concebir la posibilidad de que la industria privada haya tenido el interés o el deseo de experimentar con proyectos tales como los gigantescos Boeings de décadas pasadas. Todas estas enormes y costosas maravillas del transporte aéreo se iniciaron como proyectos de seguridad nacional con enormes contratos de defensa financiados por las arcas federales. Y por muchos anos después siguieron en exclusivo uso de las fuerzas militares hasta que fueron reemplazados por otros modelos mas apropiados para el transporte de personal militar, posibilitando la transferencia de los mismos al uso civil. Otro tanto ocurría en la industria automotriz. La producción en serie de automóviles no comenzó sino hasta que Henry Ford obtuvo un contrato de defensa que contemplaba la provisión de 10,000 unidades para el Ejército. Con este contrato en la mano, y la seguridad del respaldo del Gobierno norteamericano como signatario, le fue posible al Sr. Ford conseguir los inversionistas y los recursos necesarios para montar el complejo industrial que le permitiría cumplir con su obligación contractual e iniciar así lo que mas adelante se constituirían en una industria de dimensiones gigantescas.
Tampoco se puede dejar de mencionar el subsidio a las exportaciones del que tanto uso hacen muchos gobiernos. Cuando un gobierno trata de fomentar la exportación de un determinado producto, con harta frecuencia recurre a estímulos fiscales e impositivos (ya sea en forma de excepciones o créditos tributarios), relajando leyes laborales o pro-ambientales, influenciando relaciones internacionales, etc.
Algunos economistas también coinciden en señalar que muchas reformas migratorias aplicadas por países industrializados tienen en los tiempos modernos el mismo efecto de subsidiar la mano de obra nacional. El hecho de que el flujo migratorio tiende a afectar el nivel de los salarios es por todos conocido y se entiende que por esta razón muchos gobiernos tiendan a restringir la migración.
Todos los países industrializados, incluyendo aquellos que conocemos como los líderes y ejemplos del free market, hacen uso extensivo de los subsidios económicos sin sentirse absolutamente culpables de ningún pecado. Es por eso que nos sentimos extrañados de que algunos de nuestros economistas locales, en cargos públicos muchos de ellos, se sientan incómodos con la idea de que el Estado asuma algunos roles que obviamente el sector privado no tiene interés en perseguir.
Por las razones expuestas mas arriba, así como por muchas otras que hemos mencionado en pasados artículos, es de suma importancia que nuestros economistas en función de decidir en los asuntos que afectan la suerte y fortuna de nuestros compatriotas se despierten del largo letargo intelectual en el que el tiempo y el conformismo los han sumido y, tras abrir los ojos en términos reales, comiencen a interpretar las necesidades y posibilidades de los tiempos actuales.
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