Pombero en New York

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Tuesday, March 17, 2009

Los Ciclos Economicos

Distantes quedan los días en que los Ciclos Económicos eran parte integral y de suma importancia en los estudios de la Ciencia Económica. Aquellos eran los días en que la Ciencia Económica era mayormente generada y enriquecida en Europa, donde el problema de dejar que la naturaleza dictara los acaeceres y acontecimientos humanos era lo normal. La función de la ciencia era tratar de descubrir, discernir y predecir los fenómenos que ocurrieran en la naturaleza y en la humanidad. La habilidad de explicar los fenómenos y, basados en la observación y la experimentación, predecir los resultados de los mismos era el sumum de la función científica. Esto es valido principalmente en lo que se refiere a las Ciencias Sociales. La idea de experimentar y manipular en condiciones y situaciones controladas era ampliamente conocida y desarrollada en el campo de las ciencias experimentales. De hecho, el enorme progreso en las distintas disciplinas, y su consecuente resultado en la exuberancia de los recursos materiales disponibles a la humanidad en general, no hubiera sido posible sin el ejercicio de esta libertad en la experimentación científica en las distintas disciplinas que conforman las Ciencias Experimentales. Esta misma libertad no estaba disponible en el ámbito de las Ciencias Sociales; por lo menos no en el sentido general de la palabra. Gobiernos totalitarios, tanto de izquierda como de derecha, podían introducir importantes cambios en las sociedades con los rótulos de Reforma. Del mismo modo, facciones insurgentes tomaban control de la sociedad en otras partes y con el rótulo de Revolución también introducían cambios. Tanto las reformas como las revoluciones de hecho modificaban considerablemente las sociedades en las que los cambios eran introducidos. Y en muchos casos, estudiosos de las Ciencias Sociales adquirían valiosos conocimientos de estos cambios y sus resultados. Pero en ningún sentido se puede comparar la experimentación científica que estaba disponible para las ciencias experimentales con la experimentación (difícilmente científica) de la que se podían valer los estudiosos de las ciencias sociales. Esto permanece relativamente cierto hasta nuestros días en la mayor parte del mundo con excepción de los países altamente industrializados y económicamente poderosos. De hecho, en países como en los Estados Unidos de Norteamérica, Alemania o Inglaterra, donde la abundancia de bienes materiales y la sofisticación de los medios de comunicación permiten una mayor flexibilidad a los estudiosos de las ciencias sociales en su habilidad de experimentar con grupos sociales de diversos niveles y tamaños, la reticencia de la sociedad a ser parte de experimentos es menos obvia. La enorme abundancia de datos generada por disciplinas como la Mercadotecnia o la sofisticación de los medios de comunicación, entre otros, permiten a los estudiosos de las ciencias sociales determinar, por ejemplo, la cantidad de horas que en promedio un adulto de descendencia africana dispone para entretenimiento. Con el sistema de televisión por cable, hasta es fácil determinar cuales son sus programas favoritos por la asiduidad con que los ve (las cajas de cable llamadas interactivas retornan esta información a las compañías de cable). Esta enorme abundancia de datos e información disponible a las ciencias sociales, así como la flexibilidad en la interpretación y manipulación de los mismos ha permitido un casi increíble avance en las Ciencias Sociales en general, especialmente en lo que se refiere a la predictibilidad de la conducta del ser social. De entre ellas, las Ciencias Económicas han sido de las más favorecidas. Cuando propiamente utilizados por los agentes económicos (tecnócratas, empresarios, financistas y funcionarios gubernamentales), los postulados de las Ciencias Económicas han sido instrumentales en la expansión económica de aquellos países que están en condiciones de manipular el gasto publico, la disponibilidad de la moneda y otros instrumentos económicos en conjunción con la manipulación de la información publica que necesariamente acompaña a esos cambios. En el caso del sector financiero, la utilización selectiva de información ha hecho posible la generación y acumulación de riqueza especulativa al estilo de Wall Street.

Es muy probable que esta sucesión de logros, debidos en parte al innegable avance de las Ciencias Económicas y al optimismo generado por esos logros, haya empujado a gran parte de la colectividad científica a sobreestimar los alcances y posibilidades de la Ciencia Económica. En la visión de muchos economistas, la Economía bien manejada no tiene otro rumbo más que la prosperidad continua. Este excesivo optimismo no deja mucho lugar o no da mucha credibilidad a la existencia de los Ciclos Económicos. La idea de una Recesion que sigue a cada periodo de Expansión no es palatable a todos los economistas.

No es la ciclicidad lo que molesta. El ser humano no tiene problema con la repetición cíclica del día y la noche, por decir. La eterna sucesión del día y la noche, o de las estaciones del año, o el ciclo del agua, ni siquiera están presentes en las preocupaciones del ser humano. El hecho de que a cada otoño le seguirá el invierno no nos conmueve en gran manera. Ni siquiera el ciclo de nacer, crecer, reproducirse y algún día morir parece constituirse en tema de gran importancia. Cuando llega el invierno nos toma preparados con cobijas y reservas de alimentos. Los mejores preparados sabremos amainar los rigores del invierno con un buen sistema de calefacción. Del mismo modo esperamos estar preparados para nuestra vejez. Pero, por alguna razón, la idea de que un periodo de vacas flacas seguirá a un periodo de vacas gordas, idea tan vieja como la misma Biblia, parece incomodarnos en manera extrema. Peor recibida es entre los economistas: la noción de que la economía pueda contraerse en forma continuada sin responder a las medidas correctivas al alcance de los agentes económicos es sencillamente inaceptable hoy en día. El concepto es, para muchos, anti-científico. Y, sin embargo, la experiencia humana esta llena de ejemplos a lo largo de la historia.

Notablemente, han sido en su mayoría economistas los que han puesto mayor esfuerzo en probar la existencia de estos ciclos económicos. Cuando la Ciencia Económica aprendía a manejarse sin sus pañales y tentaba sus primeros pasos, muchas cosas llamaban su atención y su curiosidad. Había que darle nombre a muchas cosas, desarrollar conceptos elementales y tantear algunos ejercicios básicos. A medida que la Ciencia Económica adquiría madurez iba notando la existencia de algunos fenómenos en derredor. La prudencia le fue avisando que dejara algunos de estos fenómenos a otras ciencias mejor preparadas para lidiar con ellos. Cuando finalmente se encontró con tiempos de carencia y dureza, se preocupo en encontrarles una explicación. Los primeros tanteos en explicar la recurrencia de estos altibajos en la actividad económica lidiaban con factores meteorológicos y climáticos que alteraban la agricultura y los ciclos de producción. Algunos fueron inclusive mas allá y trataron de encontrar causales en las tormentas solares u otra explicación extra terrenal. Otros fueron en dirección opuesta y trataron de encontrar razones en las intrínsecas fibras psicológicas del ser humano y su comportamiento. Aun cuando las explicaciones y argumentos sean un tanto dispares, el hecho cierto es que todos estos economistas coinciden en la ocurrencia de estos ciclos económicos: de que existen, existen! Cuales son las causas?, cuanto tiempo duran?, que otros fenómenos les acompañan?, son preguntas que todos estos investigadores continúan haciéndose hasta nuestros días.

Muchos economistas coinciden en la existencia de varios tipos de ciclos económicos. Algunos hablan de los Ciclos Cortos de 8 o 9 años; otros de los Ciclos Largos de 45 o 50 años. Y alguno que otro los ubica en 14 a 18 años. Ninguno realmente pretende insinuar algo como que la Economía se rige por calendarios o almanaques; lo que estos investigadores pretenden es tratar de establecer cierto patrón de regularidad en la ocurrencia de los ciclos económicos. Inferimos que los distintos pre-supuestos que asumen, así como la diversidad de los datos que toman en consideración como parte de sus respectivos estudios los empujan a conclusiones dispares. También existe la posibilidad de que estos distintos ciclos ocurran superpuestos y al mismo tiempo, haciendo aun mas difícil la percepción del fenómeno.

En los tiempos en que estamos viviendo, y a medida en que el gobierno mismo de los Estados Unidos reconoce el hecho de que estamos inmersos en una recesion, podremos observar con gradual intensidad la forma en que los distintos medios de comunicación irán cubriendo el tema de los ciclos económicos. Nombres como los de Nikolai Kondratief, Schumpeter y otros economistas serán mencionados con mayor asiduidad. No faltaran escritores que acuñaran términos nuevos para referirse a un fenómeno viejo. De hecho, el uso cada vez mas frecuente de términos como K-wave o Fase A y B, o cresta A, B y C como estadios del Ciclo de 54 Años nos trae renovadas esperanzas de que gente nueva en el ámbito de las Ciencias Económicas esta encarando el estudio de los ciclos económicos con alguna seriedad.

Enhorabuenas a todos los periodistas, estudiosos y/o personas de buena voluntad que deseen investigar y reportar acerca de este interesante fenómeno de la vida económica.

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